jueves, 3 de marzo de 2016

¿Es posible cuerpo amado sin cuerpo?


                     La valentía está de moda, pero las modas pasan.

     Que a nadie se le ocurra revelar el secreto de la chica con sobrepeso que se sienta en el último asiento del salón, nada peor que último pupitre, aquel que viene con una porción de patético anonimato incluido, anonimato desde el cual observa al rubio cliché que se sienta siempre en la primera fila, aquel de la sonrisa bonita y el cabello perfecto, que ,curiosamente, también parecen venir siempre en combo con un cerebro cuaternario haciéndole juego. Pero ella no nota eso, para ella aquel imbécil es el tipo perfecto, y no se puede hacer nada para que cambie de opinión. 
     Que nadie alce su voz en contra del amanerado, que por las rendijas de su casillero se deleita de la belleza de su compañero de la derecha, el mismo que hace tres o cuatro días le sonrió bonito, el que siempre está presente en sus pensamientos mientras se da placer sexual a las tres de la mañana, cuando nadie está observando. 
Que la almohada no abra la boca ni por un momento, soltando toda la verdad sobre la niña del primer año que no deja de pensar en su profesor de historia, el mismo que moja sus sábanas cada noche, y se presenta cada mañana como si nada estuviese pasando.

     Si en el más hipotético de los casos, la gordita, el amanerado y la niña, se sintieses lo suficientemente valientes como para revelar toda la verdad, se estarían arriesgando, y según dicen, cuando eso sucede, la mitad de las posibilidades es que haya éxito, y la otra mitad, es que todo se vaya a la mierda y acabe mal, pero eso solo pasa en los musicales bonitos donde todo se resuelve cantando y ya está, en la vida real, los rubios cliché no se casan con las gordas patéticas, los amanerados se terminan conformando con masturbaciones, y los profesores no arriesgan su carrera por enredarse con muchachitas, es aquí donde cobra sentido la frase “Es posible cuerpo amado sin cuerpo” es mejor callar, jugar a que en la vida real nada está pasando, y anhelar un cuerpo que jamás podrá tenerse.
     Es sorprendente como en la actualidad, miles y miles gordas, amanerados y niñas, se tragan sus verdades solo para no alterar lo que la sociedad establece como “normal” que más bien yo llamaría repetición, y solo eso, sistema que aniquila todo lo que no encaja y por ende lo desafía, amor estereotipado que solo satisface a una mínima porción de la sociedad, que pretende amar siempre de la misma manera, o se cree capaz de amar, causando así las mayores decepciones, hay quienes terminan odiando algo que en definitiva no tiene la culpa, hay quienes terminan haciéndolo pasar como irreal, hay quienes lo viven y creen que lo que sienten es felicidad, y hay quienes optan por no decir nada y prefieren amar un cuerpo sin poseer lo que realmente importa, el alma. 


"Di la verdad, di al menos tu verdad."
Heberto Padilla.

Joe Reyes. 
Caracas, 2015.
   

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